La piscina apacigua el mal del olvido

Era su segundo día y entraron al agua sin dudarlo. Poquito a poco, con pasos lentos, despacio y con ayuda, pero también sin miedo, conscientes de que les esperaba una experiencia agradable. Ocho enfermos de alzhéimer participaron ayer de la segunda sesión de un curso de hidroterapia pionero en la provincia, que promueve la Asociación de familiares de enfermos de alzhéimer de Lugo (Afalu).

Dentro de la piscina, los mayores disfrutaron casi como niños con las burbujas, los chorros a presión y algunos también con los «churros», una especie de flotadores alargados de vivos colores que se adaptan al cuerpo. El equipo de monitores de Afalu se encargó de guiar y acompañar los tímidos movimientos de estos alumnos especiales, que se encuentran en la fase intermedia del mal del olvido.

Al menos dos de ellos se atrevieron incluso a nadar unos metros en el espacio libre del estanque termal, donde la profundidad máxima es de 1,50 metros. «Algunos nos han contado que antes, cuando estaban mejor, eran socios del Fluvial y les gustaba mucho nadar», explicó la psicóloga del colectivo, Elisa López.

A pesar de llevar solo dos sesiones, los beneficios físicos, y sobre todo mentales, comienzan a ser evidentes entre los pacientes. De esta manera, la relajación y el buen humor son una constante. Tanto cuando acuden a los talleres de estimulación cognitiva que organiza Afalu -«Están de un humor excelente, nos dicen que lo han pasado muy bien y hasta alguno nos ha comentado: ‘¡hacía tanto que no disfrutaba…!’», cuenta la profesional-, como cuando regresan a casa con sus familias. Algunos nunca se habían metido en una piscina y ahora se muestran encantados chapoteando y desplazándose en el agua. Los efectos positivos duran unos días. «Solo llevamos dos sesiones por el parón del Carnaval, pero cuando vayamos más seguido -reflexionó Elisa López-, todavía van a estar mejor».